jueves, 29 de abril de 2010

Maíz: producción local, industria y estado

Durante 2007 y 2008, en los mercados internacionales se produjo un súbito incremento de precios de algunos productos esenciales para la maquinaria del mundo y para la alimentación de los pueblos. El precio del petróleo llegó a precios récord, al igual que el precio de la soya, el trigo y el maíz, entre otros. El incremento en el costo del petróleo afectó al transporte de carga y de personas, de tal forma que elevó los costos de distribución de cada uno de los artículos de consumo que usan transporte para llegar desde el lugar de producción hasta el comprador final.

Para las consumidoras y consumidores guatemaltecos el aumento de precios internacionales de trigo y maíz se tradujo en incrementos del precio local de alimentos básicos como la tortilla y el pan debido a que, a diferencia de hace 30 años, hoy somos totalmente dependientes del trigo importado e importamos cada año mayores volúmenes de maíz.

La industria nacional usuaria de maíz importa casi todo el grano que usa en sus procesos de producción. Con la desgravación arancelaria a las importaciones de maíz amarillo y el crecimiento de industrias como la avícola o la porcina, se produjo una mayor demanda del grano y se encontraron ofertas de maíz en Estados Unidos que representaron menores costos de producción. Se produjo, entonces, una menor compra local de maíz amarillo y el desestímulo de su producción en zonas de tradición maicera como la Costa Sur. Sin embargo, la brusca subida de precios internacionales provocó incremento en los costos de producción nacional de pollo, carne de cerdo y concentrados. Y, por consiguiente, un ajuste de los precios de estos productos para el consumidor final. Nos encontramos con la libra de pollo a mayor precio en los mercados de La Placita o la Bethania debido a fenómenos económicos internacionales y la falta de autosuficiencia nacional de granos básicos.

Esta experiencia reciente nos enseña que debemos reducir la dependencia alimentaria. Para ello es necesario estimular la producción local con políticas dirigidas a los pequeños productores.

En opinión de expertos de la industria avícola nacional, el maíz amarillo guatemalteco es de mejor calidad que el importado, pero advierten que el manejo postcosecha es totalmente deficiente provocando que el buen grano se contamine y sea poco útil a la industria. El papel del Estado es esencial pues debe ofrecer tecnología a los grupos organizados de pequeños productores y productoras para secar y almacenar la producción. Recientemente fue presentada al Congreso de la República una propuesta de Ley de Granos Básicos que propone la creación del Instituto de Nacional de Abastecimiento Alimentario -INABA- con programas de compra y venta pública de granos básicos, la construcción de silos estratégicamente ubicados, sistemas de información agrícola necesarios para que los agricultores estimen sus capacidades de producción. La propuesta de ley también plantea la creación de la Caja Nacional de Fomento Rural para garantizar el acceso al crédito a productores de granos básicos y se proponen mecanismos de acceso a la tierra en áreas que, hoy por hoy, están subutilizadas y tienen amplia vocación para la producción maicera.

La propuesta de Ley fue presentada por el diputado Aníbal García con la colaboración técnica del Instituto de Estudios Agrarios y Rurales -IDEAR- de la Coordinación de ONG y Cooperativas. Esta propuesta de ley debe ser discutida ampliamente con todos los actores involucrados en garantizar el Derecho Universal a la Alimentación y debe aprobarse a la brevedad para beneficio de la población y el logro de la soberanía alimentaria como mecanismo para acabar con el hambre en el país.

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