Guatemala, país de montañas sagradas. Aire, tierra, fuego y viento tiene su resguardo en las cumbres. Por eso acá nuestra gente hace ceremonias al creador y formador, a la abuela Ixmucané y al abuelo Ixpiyacoc. Dualidad cósmica.
Cuando los invasores llegaron con la espada, impusieron a sangre la cruz sobre los cerros que acá siempre han sido lugar de celebración de la vida. La cruz fue clavada en la Madre Tierra y, hasta cierto punto, asumida. Pero luego de 5 siglos tiene que convivir con el fuego y la espiritualidad indígena. Así lo cuenta Maximon, ese que llaman brujo...
A pesar de la cruz y toda la basura que trajo consigo, la raíz indígena en América persiste misteriosa, resistente, paciente, peligrosa...
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