Son mocosos por antonomasia. Candelas verdes cuelgan de sus narices. Las niñas y los niños del campo enferman de gripe y tos en invierno por la exposición permanente al exceso de lluvias, en verano enferman por ausencia de agua. También son panzoncitos, no por comer bien, sino porque la panza inflada es un síntoma de la desnutrición que padecen permanentemente. Lombricientos por excelencia: el agua que toman está llena de parásitos.