martes, 18 de septiembre de 2018

NUNCA MÁS UN PAÍS SIN NOSOTROS, SIN NOSOTRAS

En las últimas semanas el mal gobierno ha hecho gala no sólo de torpeza (signo que marca su camino), también de simulacros de fuerza. Cuándo su legitimidad no existe muestra las armas, instrumentos de represión. ¿Qué nos dicen estas miradas de ciudadanos contratados para ejercer la fuerza contra otros ciudadanos? ¿Qué piensan estos sujetos?


Y la gente a pesar de los alardes de fuerza gubernamental, se mueve, protesta, grita, hace bulla, camina. (Movilización del 12 de septiembre de 2018). ¡Fuera el payaso!



La dirigencia estudiantil universitaria se hace presente en la marcha de los campesino. El campo está en la ciudad, siempre ha estado. Desmentir la dicotomía campo-ciudad es necesario.


La fuerza campesina toma la palabra, para no dejarla ir. NUNCA MÁS UN PAÍS SIN NOSOTROS




NUNCA MÁS UN PAÍS SIN NOSOTRAS... Porque el mundo otro en el que queremos vivir tiene raíces de Madre Tierra, de hermana campesina, de pensadora mujer, el cuidado como modelo de vida...


martes, 6 de septiembre de 2016

EL OTRO SOY YO: NIÑEZ MIGRANTE


En Palestina, allí donde el Cristo de los cristianos vivió, predicó y murió, el Estado de Israel construyó un muro para evitar que el pueblo palestino cruce libremente por su tierra.


En la frontera de México con Estados Unidos, hay barreras, paredes, mallas y patrullas que tratan de evitar que crucemos para allá.


Con el arte como herramienta, con el trabajo artístico de las manos fuertes de las niñas y niños de la Escuela Frida Kahlo, el grito necesario reza:  ¡No hay muro o pared que nos detenga!




¡Todos los seres humanos somos caminantes!  ¡Todos y todas tenemos derecho a quedarnos a vivir acá en condiciones dignas pero del mismo modo todas y todos tenemos derecho a migrar! ¡Todas y todos somos migrantes! ¡Abajo las fronteras! ¡Aquí y allá sólo queremos ser humanos!






En el camino enfrentamos la muerte en busca de la vida! ¡Sólo queremos ser humanos!





miércoles, 13 de julio de 2016

Una melena de libélulas vibrantes

Ella venía distraída, afanada en la plática con su acompañante. Fresca como cada día, irradiando eso que esparce por todos lados cuando camina, cuando sonríe, cuando dialoga; algo como alegría desmedida, como interés cálido, como susurro fulgurante de estrellas. Él la vio a unos diez metros de distancia, caminaban en sentido contrario. Su corazón se aceleró, plasmó una sonrisa en el rostro, y entonces la duda. El roce era inminente y la pregunta surgía amenazante, ¿le hablo o dejo que siga su camino?

Nunca fue de los que evade los momentos tensos, así que luego de algunos pasos la tomó de ambas manos, le dijo hola y, aún más nervioso que segundos antes, la abrazó. Ella lo vio a los ojos y se sumó con diversión y entusiasmo al abrazo. El momento de entrelazo fue largo, tierno, tembloroso. Él no quería que el tierno contacto terminara y lo extendió por siglos... Quiso saber qué pensaba ella, pero ante la imposibilidad se aferró a su piel, a su melena de libélulas vibrantes, a su cuerpo bello. Ella existía intensa. Era la vida misma fluyendo por el aire entre los dos.

El abrazó terminó incompleto, como siempre. Luego vino el intento infructuoso de concertar un nuevo encuentro. “Hasta luego” fueron las palabras más honestas y útiles. Ella, su fulgor, sus ojos, su cabello, su boca pequeña y dulce caminaron de nuevo y se alejaron. Él, lleno de emoción, avanzó rumbo al oriente con una sonrisa amplia, con el nerviosismo en la punta de los dedos. El encuentro había teñido el día de rizos y lo había alimentado con esa timidez que esconden las ganas de juntar los labios. Mientras la tarde agonizaba danzaron delirantes el recuerdo y la promesa. Un beso nuevo quedaba como boceto de acuarela germinando en el tiempo.