miércoles, 18 de noviembre de 2009

¡QUE RICO ESCOGER!

En 2003, la censura conservadora cayó como un rayo divino sobre un anuncio de condones que, con muestras de creatividad e ingenio, utilizó el juego de palabras ¡Qué rico escoger! Los censores moralistas y recalcitrantes de las iglesias no dejaron que los anuncios ubicados en paradas de buses estuvieran más de 3 días a la vista de la población. ¿Por qué una censura tan feroz?

Una respuesta inicial la encontramos en la historia humana al recordar que la iglesia católica se ha opuesto, desde su consolidación, al conocimiento científico, a los cambios de actitud y a las sensaciones humanas desbordantes. Negó durante siglos que la tierra fuera redonda y hasta sólo hace unos años aceptó la posibilidad de que la evolución de las especies vegetales y animales hubiera sucedido. Durante el período de la llamada santa inquisición, asesinó a miles de mujeres y hombres de ciencia que contravenían, con sus descubrimientos, los preceptos supuestamente divinos que la iglesia defiende.

Una segunda respuesta a la censura del anuncio de condones es que la estrategia de mercado en ese juego de palabras (¡Qué rico escoger!), emitía una verdad innegable: el sexo es placentero. El cuerpo humano está constituido por manos, cabeza, estómago, pies, pero también, por órganos sexuales. La función de la sexualidad humana no es sólo la procreación sino, afortunadamente, la posibilidad de satisfacer necesidades afectivas, emocionales y placenteras. No hay que tenerle miedo al acto de sentir placer. Para los hombres es menos complicado, pues la doble moral cristiana alcanza para que los hombres justifiquemos nuestro goce a costa de los y las demás. Una situación que debe cambiar. Las mujeres, entre tanto, han sido condicionadas a no sentir placer. Desde que en la biblia se condena a Eva por probar el fruto prohibido, se destina a cada mujer sobre la tierra a no sentir emociones o placer alguno.

La necesidad de darse placer surge con los primeros contactos entre adolescentes en el grupo católico, en la célula de “La Frater”, en el instituto, en las quermeses. Recuerdan amigos y amigas lectores cuando nerviosos nos atrevimos a los doce o trece años a tomar de la mano a otra persona y ella movía lentamente su pulgar sobre el dorso de nuestra mano, una sensación agradable recorría todo el brazo y nos llegaba al corazón y al cerebro. O, cómo olvidar los primeros besos en la boca, el uso de la lengua, las manos recorriendo la espalda y el pecho de la otra persona. De los 15 a los 20 años pasamos visitando o recibiendo al novio o novia, parados en la puerta de la casa, esperando que el foco de la esquina no alumbrara esa noche, esperar que los vecinos entraran a sus casas y darnos placer de pie, con ropa, teniendo a la suegra a dos metros y medio, del otro lado de la puerta.

Las y los jóvenes buscamos esas sensaciones a la salida de clases, en la cancha de basquetbol, entre las siembras, en la camioneta o en el asiento de atrás de algún automóvil. Es una búsqueda constante de sensaciones agradables. Sucede que en la mayoría de casos, no tenemos la información necesaria para dimensionar las responsabilidad que implica la experiencia sexual. La solución no está en prohibir la experimentación; eso no ha funcionado en siglos de humanidad ni funcionará. Resultado de la censura sexual que niega información pertinente, son los embarazos no previstos ni deseados, la interrupción de carreras magisteriales, universitarias, proyectos de vida y una condena a las mujeres jóvenes a una vida doméstica. El pato, nuevamente, lo pagan en mayor proporción las mujeres.

Por ello, la aplicación efectiva de la Ley de Planificación Familiar y su reglamento son urgentes. La iglesia nuevamente ataca este proyecto con posibilidad de emancipación humana. Abrir el debate y hablar de sexo sin tapujos ni mojigaterías sería de por sí una ganancia. ¿Ustedes qué opinan?

lunes, 16 de noviembre de 2009

La Garganta del Diablo




Misiones, al norte de Argentina es una región de tierra roja, gente mestiza y calor infernal un tanto agradable. Los misioneros bromean acerca de la forma geográfica de su provincia diciendo que es como un dedo metido en el culo de Brasil. Allí donde el dedo termina y empieza Brasil está ubicada la garganta del diablo. El lugar es paraíso en la Tierra: agua por todos lados, el río Iguazú cayendo constante a través de la garganta, selva subtropical, pájaros selváticos, enanos dragones de Komodo, árboles verdeamarelos y miles de turistas. De los clásicos turistas yanquis que todo lo quiere comprar.


Nadie podrá decir que el diablo, como gran demonio, tiene una garganta fea. El paisaje muestra otra cosa. Es un escenario dispuesto para la contemplación. Es muy probable que los mitos y leyendas sobre lo malo y horrendo que fue Lucifer, luego de su expulsión del Olimpo, no sean tan ciertas.



Estar frente a las fauces del demonio, observado su garganta, no deja de ser una provocación para lanzarse al vacío, acompañar al torrente de gotas de luz líquida y a los peces que va ncayendo en picada embebidos del placer que provoca caer sin sentido, sin ataduras, sin miedos. Pero no gracias, por unos segundos más me quedo detrás da la baranda de madera que, frágil, nos separa del fuego eterno. Levanto la vista a las alturas, y veo que no hay más que nubes. La única gaviota que vuela sobre nosotros se lanza precipitada e irracional a las aguas de la garganta; yo, sin pensarlo más, la sigo y encuentro que el agua está tibia, agradable, reconfortable. La siento mientras caigo al tiempo que un o de los peces me pasa dando las buenas tardes y me muestra el menú de hierbas y bebidas. La garganta me traga, y la magia de la pasión infernal me lleva al vientre del demonio, incluso luego de dos o tres redondeos y juego previos, llego a sus genitales. Si su garganta está en la frontera norte de Argentina, probablemente la vagina o el pene, dependiendo del gusto del cliente, estará en Montevideo o Punta del Este mientras las nalgas quedarán cerca del Gran Buenos Aires… al menos esto último piensan los misioneros.



La lucha perpetua del mal contra el bien tiene un nuevo escenario a inicios del siglo XXI. El cambio climático se ha convertido en el mejor aliado de la iglesia: recién sucedieron tres meses de sequía en el sur de Brasil y norte de Argentina. Los ríos "de agua viva" que alimentaban la garganta del diablo se secaron, y yo me quede sin tentaciones por un tiempo. Las almas en pena perpetua, esas que cada viernes por la mañana vistan el confesionario para poder comulgar sábado y domingo, tomaron como prodigio divino la sequía y vieron la mano de dios hijo agarrar por el pescuezo al diablo, secando su garganta.


Las oraciones anti demoníacas de la feligresía católica se cotizaron más allá de cualquier record previo en la bolsa de valores. Sin embargo la euforia bursátil duro poco: los corredores especulativos de los fondos de inversión se percataron pronto que si la garganta del diablo se queda seca por completo, puede caer un cáncer mortal al cuello del demonio, moriría en pocos meses y ellos, los corredores de bolsa que tiene oráculos matemáticos para ver el futuro, previeron que la mercancía religiosa se devaluaría al punto de desaparecer como nicho de mercado.


Una llamada directa de Wall Street al Vaticano hizo que la oreja de José Ratzinger saltara de preocupación y ansiedad, igual que los pubertos brincan de puntillas sobre sus pies para ver pasar el desfile navideño Wallmart cuando sus padres no los cargan más sobre los hombros. El santo padre que vive en Roma se convierte entonces, en pilar central de la lucha mundial contra el cambio climático. Ordena con carácter de inmediatez, una política de reciclaje de papel en todo el territorio bajo la jurisdicción política de la santa sede, iniciando en la basílica de san pedro. Desde entonces se le conoce como el papa ecológico.


La interpretación de la ordenanza papal, se prestó a cientos de interpretaciones para su ejecución, como pasa también, segundo a segundo con las escrituras bíblicas. Cada quien entiende lo que quiere y las usa como más le convenga. Sucedió entonces que millares de papiros y pergaminos escritos y graficados en trece siglos de oscurantismo, fueron sacados a la luz para llegar a los sanitarios de cada oficina e iglesia del Vaticano. El hebreo, el griego y latín de los escritos fueron usados para limpiar los rosados y grises traseros de cardenales, monjas y ¡oh sorpresa¡ turistas yanquis que crédulos visitan la Capilla Sixtina.



Todo sea por detener los estragos del cambio climático. Tan efectiva ha sido la medida pontificia que hoy las agencias de turismo ofrecen el paquete Roma-Cataratas de Iguazú como una experiencia religiosa con sello verde y bendición certificada del heredero de la silla de San Peter. Las oraciones contra el cambio climático son el nuevo boom en los mercados de valores. El diablo sintiendo alivio en el cogote, agradece el gesto de Ratzinger y la visita de turistas estadounidenses, disminuyendo el número y frecuencia de impulsos pedófilos que atacan de improviso y sin querer queriendo, a los obispos de Chicago, San Francisco y las Islas Vírgenes Gringas.


jueves, 5 de noviembre de 2009

Barriletes Gigantes... una mirada.

Los barriletes gigantes... un expresión de cultura y de política...

El campo de fútbol de Santiago Sacatepéquez desde la carretera interamericana... Vaya tamaño de los cometas


Colores impresionantes en Sumpango Sacatepéquez... bonito ¿no?




Arquitectura del papel y del color...






Pero habrá que verlos de cerca para encontrale sentido humano... al monumento

En los lindos barriletes... Un Grito de Protesta

En cada centímetro de color: dolor, reproche, talvés esperanza...

Por la Madre Tierra...




Por el cosmos...




¡Por Balam, el hermano jaguar!


Por la propia especie...

...si usamos los ojos del aguila para ver las alas del aguila...

Un grito de horror... desde el amor más profundo por la humanidad